Recorrido que se
desarrolla casi exclusivamente por el gran sendero de Sierra Morena,
el GR-48 en su etapa 27, la que une Baños de la Encina con La
Carolina. Al realizar la ruta yo solo y lógicamente disponer de un
solo vehículo, el recorrido lo tuve que realizar de ida y vuelta,
con lo que la distancia es excesiva, cercano a los 44 kilómetros. Lo
ideal sería dejar vehículos en ambas localidades y realizar una
travesía que no excedería de los 22 kilómetros y con un desnivel
positivo acumulado moderado, desarrollándose en su mayor parte por
carriles y salvo en un par de puntos con rampas suaves o moderadas.
Algo que si hay que tener
muy en cuenta es que aunque todo el recorrido discurre por caminos
públicos, éstos atraviesan fincas ganaderas, por lo que hay que
pasar por innumerables puertas, que hay que abrir y por su puesto
dejar debidamente cerradas. Pasaremos junto a ganado vacuno y también
equino, siendo lo normal que éstos huyan o sean indiferentes ante
nuestra presencia. Pero lo mejor es mantener la distancia en la
medida de lo posible y no perderlos de vista. También pasamos por
fincas de ganado bravo, por lo que tampoco estaría de más si
queremos realizar ésta etapa con la máxima seguridad informarse en
la Asociación para el Desarrollo Integral del Territorio de Sierra
Morena (ADIT Sierra Morena (957 35 02 73)), en la Asociación para el
Desarrollo Rural de la Campiña Norte de Jaén o a través de la web
www.senderogr48.com
Descripción que de ésta
etapa hace la topoguía del GR-48:
“La
presente etapa conecta la localidad de Baños de la Encina con La
Carolina. Fundamentalmente el trazado es coincidente con la vía
pecuaria “Cordel de Guarromán” en su primera parte y luego con
el antiguo camino municipal que unía Baños de la Encina con la
Carolina.
Aunque
la longitud y el trazado del perfil imprimen algo de dificultad en la
realización de la etapa, el viajero se verá gratamente recompensado
por la belleza de los paisajes y los numerosos enclaves desde los que
podrá contemplar excepcionales panorámicas. Olivares, pinares y
dehesas se suceden a caballo entre la primera línea de sierra
asomada en ocasiones a la extensa vega jiennense salpicada de olivos.
La
vertiente más norteña muestra el agreste valle del Rumblar, laderas
de jarales y un monte mediterráneo casi impenetrable donde ciervos y
jabalíes tienen su reino. En ocasiones el tapiz vegetal se ve
interrumpido por salpicadas ruinas y escoriales de antiguas
explotaciones mineras.
El
firme por el que discurre la etapa no entraña demasiada dificultad,
tan sólo en el entorno del arroyo del Rumblarejo donde el trazado se
aparta de cualquier camino y se hace senda que asciende más o menos
entrelazada con el arroyo (cuando tiene agua). A pesar de todo hay
que recordar que cada vez que se cruce un portón o cancela deberemos
dejarla cerrada priorizando el respeto al aprovechamiento ganadero
que hacen las gentes del lugar.
La
presente etapa parte desde el ayuntamiento de Baños de la Encina,
continuando por la calle San Mateo hasta la avenida de Linares en un
continuo descenso que nos conducirá hasta las afueras del municipio
por la carretera J-5040. Al borde izquierdo aparece una pequeña área
de descanso y en breve se abandona el asfalto para tomar el camino
que se adentra por tierras de olivar hacia el santuario de la Virgen
de la Encina y la ermita de Jesús del Camino, coincidente con el
sendero de pequeño recorrido PR A-289 que conduce al Yacimiento
Verónica.
Durante
algo más de 500 metros se transita por este camino pero se habrá de
prestar atención para tomar el desvío a la izquierda, abandonando
el camino de la Virgen de la Encina. En este primer tramo GR y PR
coinciden en su trazado con la vía pecuaria.
Pronto
encontraremos un espacio más abierto en el que desaparece el olivar,
en esta encrucijada de caminos optaremos por tomar el desvío de la
derecha, donde se intuye un serpenteante ascenso hasta una zona de
pinares. Al borde de este antiguo descansadero de ganado aún se
delatan antiguas zonas de huerto, en las que no falta el pozo de
noria tradicional y la alberca escoltada por frutales. Los muretes de
piedra y las chumberas se encargan también de delimitar y proteger
los límites del camino.
La
subida hacia el alto con un manchón de pinos piñoneros se realiza
por entre sustratos de pizarra, en esta zona abunda la retama y el
cantueso. Al volver la vista atrás se sigue contemplando, al ganar
altura, la bella estampa del pueblo de Baños de la Encina con su
molino de viento, al uso manchego, al frente.
Ya
en el punto más alto nos encontraremos en la divisoria de aguas
entre el valle del río Grande al norte y la vega de olivar jienense
al sur. Nuestra dirección continúa hacia levante en el límite con
un espeso pinar. A la bella cuenca visual, se une el frescor y el
aroma de las coníferas animadas por el revuelo de bandadas de
rabilargos.
La
siguiente bajada ofrece un alivio hasta llegar a las inmediaciones
del arroyo Rumblarejo. En el margen derecho del trazado existe una
finca dedicada a la cría del ganado de lidia. Precisamente en este
punto hay que fijarse bien ya que existe un cruce por nuestra
izquierda donde el PR A-289 que conduce al yacimiento Verónica se
separa del GR-48.
Para
visitar el yacimiento Verónica nos desviaremos un par de kilómetros
(ida y vuelta al punto de cruce) cruzando la vaguada y ascendiendo
por el cortafuegos junto a una valla. Este yacimiento arqueológico
representa una fortificación de origen Argárico, vestigio de la
época del Bronce donde la impresionante vista del valle del Río
Rumblar, Río Grande y Río Pinto, recompensará el esfuerzo de la
subida.
Nuestro
trazado continúa en el cruce anterior y se adentra al frente en
forma de sendero que discurre paralelo a un lado y otro del arroyo
Rumblarejo, no sin antes cruzar un pequeño paso canadiense
habilitado para senderistas. El entorno ha cambiado, un tímido
matorral y encinar mediterráneo se ve enriquecido por especies
riparias como adelfas, zarzas y algún ejemplar de majuelo.
La
senda alude a su carácter pecuario coincidiendo con la vía
señalizada con balizas verdes. Existe incluso un pequeño paso o
dique a modo de puente para vadear el cauce, el Pantanillo que,
haciendo honor a su nombre, antaño embalsaba las aguas derivándolas
a través de un pequeño caz de ladrillo hasta la vecina Casería
Manrique para su uso en la industria del aceite. A pesar de todo la
mayor parte del año el caudal es pequeño y no supone ninguna
dificultad.
La
vaguada se abre en su parte más alta en unos extensos prados que en
épocas de lluvia aparecen encharcados y son muy frecuentados por
aves como las lavanderas. El olivar que aparece en la parte derecha,
en la vertiente norte de la Cuesta de los Santos, al que un camino
transversal da acceso, compagina la explotación agrícola con la
ganadera.
Continuamos
al frente buscando la cabecera de la vaguada, la zona gana interés
desde el punto de vista ornitológico ya que se hace abundante una
nutrida avifauna. Es precisamente la diversidad de hábitats como
cultivos y matorral noble lo que provoca que coincidan diversas
especies de paseriformes como jilgueros, verderones, carboneros y
herrerillos.
En
la parte más alta de la cabecera del arroyo, el sendero continúa
hacia delante dando paso a una nueva vertiente donde se descubren a
la izquierda grandes bolos de granito al pie de un berrocal, los
llamados “Peñones de Chirite”. Ello se traduce en un sustrato
arenoso con un sinfín de sendas todas ellas coincidentes, que van
recorriendo la joven dehesa y girando levemente a la derecha donde
vuelve a aparecer una nueva cabecera con un pequeño navazo del que
nace el arroyo del Pilar.
El
arroyo se aleja en dirección al sur, a la campiña, nuestro caminar
en cambio se adentra en la misma dirección que la vía pecuaria que
aparece a la izquierda atravesando una cancela de alambre que
volveremos a cerrar.
Hemos
entrado en un enclave distinto, un encinar bastante más extenso y
adehesado que indica la proximidad de la dehesa de Navarredonda.
Siguiendo la dirección de la valla perimetral que aparece a la
derecha llegaremos a la confluencia con el camino de acceso a la casa
de la Nava. En este punto nuestra senda continúa al frente hacia una
loma de encinar que nos conducirá a una fuerte bajada repleta de
cárcavas hacia el arroyo de la Parrilla. Pero antes de llegar a la
confluencia con el cauce conviene prestar atención ya que en este
punto abandonamos la vía pecuaria y entramos al interior de la
dehesa de Navarredonda por una pequeña cancela de alambre que
aparece a la izquierda.
En
el interior de la dehesa de Navarredonda se asciende por un sendero
hasta coincidir con el camino o pista que no es otro que el que daba
acceso a la casa y que tomamos a su derecha, en dirección al norte.
Desde este lugar y a nuestros pies se extiende esta bella dehesa
dedicada a la explotación ganadera de vacuno que rodea al edificio o
cortijada principal.
Más
cómodamente por el firme del camino iniciamos un tramo de leves
descensos y ascenso entre jóvenes encinares adehesados y al ritmo
acompasado de los cencerros del ganado que pasta plácidamente a la
sombra. Un territorio más agreste y serrano en el que es posible
divisar la silueta de alguna rapaz como el busardo o el milano.
Mientras
continuamos ganando altura aparecen las panorámicas hacia el valle
que marca las colas del embalse del Rumblar al norte y que queda a la
izquierda de nuestro trazado. Una vertiente mucho más abrupta
tapizada de monte y jarales que en época de floración es todo un
regalo para los sentidos.
De
esta manera vamos abandonando la dehesa de Navarredonda en un punto
donde el camino se divide en dos y tomando la opción de la
izquierda, una encina nos sirve de referencia para pasar una cancela
de hierro de entrada a la Parrilla, acceso que deberá ser cerrado
tras nuestro paso.
Una
acusada curva en ascenso aparece acompañada en sus bordes por bolos
de granito entre los que crecen gamones que dejan entrever su
floración vertical en contraste con el violáceo del cantueso.
El
camino pasa junto a uno de los laterales de la casilla de la
Parrilla, un buen lugar para descansar de la subida y contemplar el
espectáculo que desde allí se extiende. Una vez retomado el camino
éste se bifurcará en dos optando por el de la izquierda que
permanece pegado al perímetro de la valla. De nuevo se ofrece a
nuestro campo de visión la vertiente más norteña que mira a las
colas del río Grande, afluente del Rumblar, laderas de matorral de
gran cobertura donde en otoño se escucha el reclamo amoroso del
ciervo desde esta caja de resonancia natural.
En
este tramo de la etapa nos vamos a adentrar en una zona bastante
llana siguiendo siempre el camino principal pero cerrando las
continuas porteras para evitar que se salga el abundante ganado
vacuno. También se va a incorporar al trazado el antiguo camino que
viene del norte conocido como El Centenillo.
Al
pasar junto a las casillas del Quinto avanzamos en dirección este
hasta encontrar una nueva bifurcación. En este punto tomaremos el
camino de la derecha que avanza por una extensa vaguada entre prados
y culmina al salir de una cancela de paso peatonal junto a una balsa
o pantaneta habilitada para que abreve el ganado.
Este
tipo de pequeños embalses suponen lugares de vital importancia para
la fauna. Por un lado son enclave asiduo de garcillas bueyeras que
complementan su dieta de insectos con anfibios y reptiles. Por otro,
son puntos de interés de cría para anfibios como el sapo partero,
el sapo de espuelas o la salamandra. No es raro observar en estos
lugares a las escasas cigüeñas negras, o a las águilas reales en
sus vuelos de caza. Dejamos la balsa a nuestra derecha y continuamos
adelante por el antiguo camino de Baños a La Carolina que no
dejaremos hasta el final de la etapa. Sobre la loma nos adentramos en
la
divisoria
entre la extensa campiña de Jaén que se divisa al sur y las laderas
salpicadas de ruinas mineras en la vertiente del norte.
De
esta manera penetramos en el término municipal de Carboneros y
abandonamos el de Baños de la Encina. Abrimos los portones que dan
acceso a un contadero y tentadero que queda a la derecha. Este bien
utilizado todavía para el manejo del ganado, mantiene una fábrica
de mampostería en piedra típica de la arquitectura rural de la
zona.
El
siguiente portón dará acceso a la nava de los Cuellos. La cortijada
también realizada en su mayoría con mampuesto de piedra de pizarra
y bellos contrafuertes, preside la loma y nos sirve de referencia. Es
un espacio mucho más abierto con menos arbolado y en el que un pozo
tradicional pone la nota singular al conjunto.
Destacar
que la Cortijada de Los Cuellos fue una aldea fundada por Carlos III
dentro de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena, si bien esta no
llegó a tener éxito por sus colonos y quedó como una mera
cortijada, pero se construyó a la vez que el resto de localidades,
La Carolina, Carboneros, Guarromán, Miranda del Rey, etc.
El
camino se adentra por entre la cortijada de los Cuellos donde
deberemos cruzar un último portón. Desde aquí aparece ya en la
lejanía la población de La Carolina pero aún nos quedan seis
kilómetros para el final de la etapa.
El
firme del camino en este tramo se encuentra en buen estado. Lo más
destacado son las bellas panorámicas desde todos lados, la falda de
la sierra repleta de ruinas de minas y escoriales, el mar de olivos
que se extiende en el lado opuesto al sur, a la derecha de nuestro
trazado y, si el día está claro y lo permite, las estribaciones de
la sierra de Cazorla, Segura y las Villas y Mágina algo más a
occidente, e incluso a mitad del campo de visión la localidad de
Vilches destacable por la morra de su viejo castillo hoy mudado a
ermita.
En
las inmediaciones del cortijo de los Ruices, que queda sobre una loma
a nuestra izquierda, aparecen zonas de huerta e incluso en el lado
opuesto junto al camino un antiguo pozo abrevadero, realizado en
ladrillo.
El
ganado vacuno ha dejado de ser el protagonista y en estas fincas
abunda la oveja de raza segureña. Este tipo de animales pasan el
invierno en zonas de Sierra Morena para posteriormente realizar la
trasterminancia hasta la sierra de Segura, sobre todo a los términos
de Santiago de la Espada y Pontones.
Nos
adentramos en el término municipal de La Carolina y a nuestra
derecha aparece imponente la casa de La Cerrada sobre un cerro. El
paraje es conocido como “de la Media Legua” indicándonos que
estamos precisamente a media hora de camino a pie del municipio
carolinense.
Una
acusada curva del camino muestra un aspecto más árido y falto de
vegetación arbórea ,si bien estos pastizales son los utilizados
para su alimentación por el cernícalo primilla, especie que fue
objeto de reintroducción en La Carolina y otras especies asociadas a
medios esteparios. Al borde izquierdo del mismo y flanqueando la
cuneta aparecen estratos de pizarra perfectamente definidos dibujando
pliegues que simulan arcos de medio punto.
El
cerro de la Cruz se extiende en todo el flanco izquierdo con sus casi
650 metros de altitud. Un enclave muy visitado por senderistas y
paseantes que disfrutan de las bellas panorámicas del lugar.
Llegamos
a la confluencia con la carretera de El Centenillo que tomaremos a la
derecha adentrándonos en la avenida Virgen del Rosario, donde una
rotonda nos indica a la izquierda el acceso al municipio por la calle
Camino de Baños, donde finaliza nuestra etapa.”
|
Comienzo ésta larga ruta en la inmediaciones de la Ermita de Jesús del Llano en Baños de la Encina. |
|
Sale el sol tras las cumbres de Cazorla. |
|
Panel explicativo en las Pizarras de la Celada. |
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Enlazo con el GR-48. |
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Atrás queda Baños de la Encina. |
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Puerto del Santo Cigarro. |
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Barrancos que llevan al Embalse del Rumblar. |
|
Collado Polo. |
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Remontamos el arroyo del Rumblarejo siguiendo la vía pecuaria. |
|
Cerro Cuesta del Santo. |
|
Collado Cuesta del Santo. |
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Barranco del arroyo del Pilar. |
|
Peñones de Chirite. |
|
Guarroman. |
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Al fondo el collado de la Cuesta del Santo. |
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Bordeamos la Dehesa Navarredonda. |
|
La preciosa Dehesa Navarredonda. |
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Casa de la Nava. |
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Barranco del arroyo de la Parrilla. |
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Bonitas dehesas donde pasta el ganado equino. |
|
Dehesa Navarredonda. |
|
El hendido barranco del río Grande. |
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Cola del Embalse del Rumblar. |
|
Lomas de la Parrilla. |
|
Casa de la Parrilla. |
|
Barranco del Tamujo. |
|
Cola del Rumblar. |
|
Navarredonda. |
|
Dehesa Quinto de los Cuellos. |
|
Casa del Quito de los Cuellos. |
|
La otra casilla del Quinto. |
|
Al fondo el Puntal y el Montón de Trigo. Valle del río Grande. |
|
Zona minera del Guindo. |
|
Impresionantes vistas desde el vértice geodésico de la Lancha. |
|
Laguna de la Manga. |
|
Los Almadenejos. |
|
Geodésico de la Lancha. |
|
Desde aquí ya se divisa La Carolina. |
|
Pasamos por fincas de toros bravos. |
|
Tentadero y embarcadero de ganado. |
|
Aldea de Los Cuellos. |
|
Sierra Mágina al fondo. |
|
Pozo de Los Cuellos. |
|
Calle principal de los Cuellos. |
|
Casas camino de la Dehesa de los Ruices. |
|
Pozo y abrevadero en la Dehesa de los Ruices. |
|
Casa de la Cerrada. |
|
Dehesas en las inmediaciones de La Carolina. |
|
Cerro de la Cruz, a las afueras de La Carolina. |
|
Vértice geodésico del Cerro de la Cruz. |
|
La Carolina desde el Cerro de la Cruz. |
|
La carretera del Centenillo. |
|
Al fondo el Pico de la Estrella, la máxima elevación de Sierra Morena en Andalucía. |
|
Aún se aprecia el trazado del abandonado ferrocarril minero. |
|
Vilches y las nevadas cumbres del Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y las Villas al fondo. |
|
De regreso, por el mismo camino. |
|
De nuevo pasamos por Los Cuellos... |
|
...y disfrutamos de bonitas vistas a el Puntal y el Montón de Trigo. |
|
Cerro de la Lancha. |
|
Lomas de la Parrilla. |
|
Arroyo del Rumblarejo. |
|
Campiña olivarera entre Guarromán y Baños de la Encina. |
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